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Origen y consumo actual del roscón de reyes

Feliz día de reyes. Estoy seguro que una muy buena parte vosotros habrá seguido la tradición de consumir el típico pastel o dulce propio de esta festividad y, es posible que muchos también os preguntéis por el origen de esta tradición.

La historia más ancestral
La primera referencia de la que al parecer tenemos constancia de la tradición de comer un pastel o torta en estas fechas nada tiene que ver con una celebración de raíces cristianas; y mucho menos “para niños”. Más al contrario se trata de una costumbre pagana que se estableció allá por el Siglo II antes de Cristo cuando en las conocidas como “Saturnales” (o festividades encomendadas a Saturno) se celebraba en Roma, a finales de diciembre, el alargamiento de los días. Un hecho que tenía (y tiene) una gran repercusión en todo el mundo agrícola como es fácil de entender. Está bastante bien establecido que entre otros elementos, para celebrar los días más largos que empezaban con el solsticio de invierno se preparaba al parecer una torta con miel típicamente rellena de frutas y frutos secos.

Que este sea el germen del actual “Roscón de Reyes” parece bastante convincente en cuanto a las fechas. Me refiero a que el establecimiento de la celebración cristiana conocida como la Natividad (25 de diciembre) no fue más que un asunto de conveniencia que se hizo coincidir en el calendario con las ya anteriores Saturnales. Al así hacerlo se pretendía sustituir el objeto de culto pagano por aquel cristiano pero dejando al mismo tiempo las costumbres ya establecidas con el fin, supongo que en buena lógica, de no privar a la plebe de su ya establecido periodo festivo.

La sorpresa
Tal y como sabes es también tradición esconder en el mencionado pastel una o varias sorpresa con diferente significado.La primera de estas sorpresas escondidas de las que al parecer se tiene conocimiento es un haba, y se escondía en aquel pastel típico de las Saturnales como símbolo de prosperidad y fertilidad (ya ves como han cambiado las cosas cuando hoy precisamente las legumbres se relacionan con todo lo contrario) y el encontrársela se relacionaba con toda clase de buenos augurios.

El caso es que sobre la costumbre de esconder un haba se tienen referencias que se remontan al Siglo III de nuestra era, sin embargo, no he sido capaz de encontrar una referencia autorizada que deje claro este asunto y, por el contrario, son infinidad aquellas fuentes que se dedican a repetirla sin aportar una mayor solvencia (es posible que exista, pero yo no la he encontrado).

Siguiendo con el haba, parece bien establecido que sobre el Siglo XII en algunas regiones españolas se seguía con esta costumbre de esconder este tipo de sorpresas que designaba al que la encontraba “Rey de la Faba”.

Unos cuantos siglos más tarde muchas fuentes (de las que también resulta especialmente difícil concretar su verosimilitud) coinciden que en la corte del rey Luis XV, un cocinero con muchas ganas de agradar a una monarca especialmente caracterizado por el vicio y el boato, escondió una moneda (o una gema, o un collar… según versiones) en el homólogo pastel.

Y así hasta nuestros días
Es muy probable que cada una de estas tradiciones, anteriores a la actual de nuestro roscón, haya desempeñado algún papel en que hoy sea la que es. La moneda o bien la gema o bien la joya de considerable valor ha sido sustituida por esa figurita más o menos graciosa… y el haba como tal se ha perdido en buena parte de los actuales roscones. No obstante parece bastante claro que por algo de aquellas tradiciones tenemos la actual.

Tal es así que para que te hagas una idea del impacto de esta costumbre en nuestro país, se puede decir que la estimación de producción total de roscones para estas Navidades en España es de más de 26 millones de unidades. Según la Asociación Española de la Industria de Panadería, Bollería y Pastelería (ASEMAC) esta Asociación abarca el 40% de la producción de roscones, es decir, un total de 10,5 millones. Además, frente a la opción más tradicional, se pueden encontrar también otros roscones más originales tales como los roscones con crema tostada de limón, el roscón invertido -en el que se da la vuelta y se coloca el relleno fuera- o el roscón cremoso de Té Verde japonés, ente otras delicatesen.

26 millones de roscones… si somos cerca de 46 millones de habitantes, las cuentas salen fáciles: más de medio roscón por cabeza, sin entrar a considerar el tamaño de dichos roscones (muchos de ellos “familiares”) ni que habrá muchos de esos 46 millones de habitantes que no lo prueben (bebés, enfermos, etcétera)… ¿No son esos muchos roscones?

Sea como sea que disfrutes el día.

 

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